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¿Qué estás haciendo hoy para proteger tu cerebro en el futuro?

Por: Dr. David Bernal Augusto Varela, Neurólogo Clínico.

Recientemente, tuve la oportunidad de leer el artículo de James Gripper, «Alzheimer ‘s: A Billion Dollar Industry—But What About Prevention?» publicado en Healthy Ageing Academy News. En él, se plantea una cuestión fundamental: si bien la industria farmacéutica ha desarrollado tratamientos para la enfermedad de Alzheimer, ¿se está haciendo lo suficiente en términos de prevención? Como neurólogo clínico, esta reflexión me parece crucial, pues aunque hemos avanzado en el tratamiento de la enfermedad, la prevención sigue siendo el pilar más sólido para reducir su impacto.

Un Diagnóstico Complejo y la Necesidad de Prevención

Diagnosticar la enfermedad de Alzheimer no es una tarea sencilla. A menudo, los síntomas tempranos se confunden con el envejecimiento normal, lo que retrasa la intervención médica. Según el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, el Alzheimer representa entre el 60 y 70% de los casos de demencia, una cifra alarmante que resalta la importancia de actuar antes de que los síntomas se manifiesten.

Es un error común pensar que la demencia es una consecuencia inevitable del envejecimiento. La realidad es que esta enfermedad puede presentarse incluso en adultos jóvenes. Los olvidos frecuentes, la dificultad para realizar tareas diarias y los cambios en la personalidad son señales de alerta que no deben ignorarse. Aquí es donde la prevención juega un papel determinante.



Factores de Riesgo y Estrategias de Prevención

Existen múltiples factores de riesgo para desarrollar Alzheimer, muchos de los cuales podemos modificar con cambios en nuestro estilo de vida. Entre los más relevantes encontramos:

  • Hipertensión y enfermedades cardiovasculares: Mantener la presión arterial bajo control reduce el riesgo de deterioro cognitivo.
  • Diabetes tipo 2: Controlar los niveles de azúcar en la sangre es fundamental, ya que la resistencia a la insulina se ha vinculado con un mayor riesgo de Alzheimer.
  • Sedentarismo: La actividad física regular no solo mejora la salud cardiovascular, sino que también protege el cerebro.
  • Alimentación deficiente: Una dieta rica en grasas saturadas y ultraprocesados favorece la inflamación, lo que puede acelerar la neurodegeneración.
  • Aislamiento social y estrés: Mantener una vida social activa y reducir el estrés contribuyen a la salud cerebral a largo plazo.

La Necesidad de Mayor Educación

Si bien la industria farmacéutica ha trabajado arduamente en la creación de tratamientos para el Alzheimer, estos suelen centrarse en frenar los síntomas en etapas avanzadas, cuando el daño neuronal ya es significativo. La prevención, por otro lado, debería recibir más atención y recursos. Podríamos empezar a enfocarnos  en educar a la población sobre los hábitos de vida saludables que pueden disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad.

La Prevención Está en Nuestras Manos

Si queremos reducir el impacto del Alzheimer en nuestra sociedad, debemos cambiar la conversación. Como profesionales de la salud, tenemos la responsabilidad de informar y empoderar a nuestros pacientes para que tomen medidas proactivas. Porque si bien el Alzheimer es un desafío médico, la prevención sigue siendo nuestra mejor herramienta para combatirlo.

La pregunta no debería ser solo qué tratamientos existen, sino qué estamos haciendo hoy para prevenir el Alzheimer en el futuro.

Dr. David Bernal.

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